Escritor
A veces, las cosas no salen como uno espera. Por más que pensemos estar en control de las situaciones, este universo es tan caótico como el público de un concierto de punk. Uno solo quiere ir a ver el último estreno de terror en el cine, pero por azares del destino, termina entrando a una sesión de Barbie.
Y oh, sorpresa, sale de allí dándole vueltas al coco.
La campaña publicitaria de la película de Greta Gerwig ha sido tan brutal que uno tiene la sensación de haber visto Barbie incluso sin haber entrado a la sala de cine. Barbie en la tele, en la radio, en Tiktok, en Zara y hasta en la sopa, literalmente. La maquinaria de Warner y Mattel ha hecho su trabajo. Demasiado bien, tal vez. Porque vas a ver Barbie sin pretensiones (siempre que no conozcas el trasfondo del proyecto, o de la propia directora), y cuando estás en tu butaca, lo que tienes delante te deja cuanto menos confundido.
No estoy aquí para hacer spoilers de los estrenos de cine, ni mucho menos. Pero sí que voy a recomendar Barbie a cualquier persona que tenga un mínimo de interés en la película, en las referencias a la cultura popular o en el propio planteamiento de la lucha de géneros en la actualidad. No es necesario ir de rosa. No es necesario estar a favor de la inclusión o la diversidad. Solo querer pasar un rato entretenido en el cine, y sobre todo, profundizar en lo que la película cuenta.
En este mundo de plástico en el que vivimos hoy en día, donde nadie es quien dice ser en realidad y todos aspiramos a convertirnos en alguien especial sin dejar de pertenecer a la masa, Barbie pone sobre la mesa un montón de temas interesantes para debatir. Esa imagen que generamos de cara a los demás, para encajar, para estar a la altura de lo que se espera de nosotros, es el reflejo de una fantasía cimentada por estereotipos. Artefactos sociales que nos hacen entender mejor la realidad… reduciéndola a una etiqueta que muchas veces queda ridícula. La Barbie Médico es solo médico. La Barbie Embarazada se define por estar esperando un bebé. Y Ken, por supuesto, es solo Ken.
Miren a su alrededor. Revisen las historias de Instagram. Traten de definir a esas celebridades tan reconocidas, de las que solo saben por la prensa. El ser humano se mueve por instintos y los estereotipos son necesarios para sobrevivir, pero si nos quedamos en eso… Si no somos capaces de ir más allá y liberarnos de esas etiquetas que muchas veces nos autoimponemos, estaremos viviendo la vida que los demás han imaginado para nosotros. Seremos la creación, pero no los creadores. Y eso es tremendamente cómodo, desde luego. Pero también aburrido, frustrante y hasta peligroso.
Por eso viene bien explorar otros mundos, salir de lo establecido y atrevernos a ir más allá de lo cómodo y lo habitual. Como ver Barbie en lugar de una peli de terror. O escribir este artículo en lugar de un sesudo análisis postelectoral, que hubiera sido más lógico. A veces, las cosas no salen como uno espera, desde luego.