Rubiales es la fiebre 1

Rubiales es la fiebre

BEGOÑA IZA

Begoña Iza

Profesora

“Rubiales es la fiebre”. Escuché esta afirmación hace unas semanas a una contertulia en la radio y no me pudo parecer más acertada. Hacía referencia a la existencia de una enfermedad en las instituciones del fútbol, uno de cuyos síntomas era la actitud paternalista y abusiva de Luis Rubiales. Sale a la superficie la fiebre, pero lo realmente grave permanece oculto y es mucho más profundo. Efectivamente, el caso sigue abierto y aún queda mucho por sacar a la luz.

La verdad es que en estos últimos meses ha pasado de todo. Lo de la selección femenina de fútbol ha dado la vuelta al mundo, y con razón. El expresidente de la Federación Española de Fútbol trató a las jugadoras de la selección durante la celebración de la Copa del Mundo en Australia de una forma que cualquier mujer comprende: la mayoría de nosotras hemos tenido que lidiar con hombres que se pasan de la raya en las discotecas o en la Feria, que nos gritan piropos desde los andamios, que nos pitan desde los coches o nos ponen las luces largas desde los camiones, que quieren contigo lo que tú no quieres y se enfadan, te tocan, lo intentan y a veces lo consiguen a tu pesar, hombres que se creen más que tú.

Como Ken en la película “Barbie”, los poderosos directivos del fútbol quieren todo el poder y que aquí las invitadas a su fiesta seamos las mujeres. Siendo sincera, fui al cine a ver la película de “Barbie” sin muchas expectativas, puesto que tenía la certeza de que iba a ver una superproducción que lavaba la imagen a una muñeca rubia, culona y cursi. Y la verdad es que consiguió sorprenderme. Me sorprendió, en primer lugar, ver una película que menciona y ataca el “patriarcado”, usando esta palabra sin ambages y con todas las letras, y eso ya es de agradecer. En segundo lugar, la industria del capitalismo nunca va a dejar de sorprenderme con su capacidad de darle la vuelta a una muñeca de valores machistas como la Barbie. Sales del cine convencida de que la Barbie, símbolo del capitalismo y de los valores occidentales más tradicionales, es una heroína feminista.

Y, aún así, merece la pena verla porque esta contribución al feminismo nos lleva por el único camino posible: el de la defensa de la integridad de las mujeres. En este sentido, otra noticia que nos helaba la sangre en septiembre ha sido la de la difusión de fotos falsas generadas por Inteligencia Artificial de un grupo de niñas y adolescentes en Almendralejo por parte de unos compañeros y amigos de su propia localidad. La violencia que sufrimos las mujeres se hace patente no solo cuando nos asesinan. La violencias cotidianas son múltiples. Bastan un simple móvil y una aplicación para recordar a esas niñas que hombres a su alrededor las vigilan, las observan, las desean. Que las pueden manejar controlando su cuerpo, su autoestima y su miedo. Y que se encuentran al acecho, ocultos, esperando cualquier momento para intervenir en sus vidas a su antojo.

Después de reflexionar sobre todo esto, saco una conclusión bastante sencilla. A mí lo que me parece es que muchos hombres no se enteran aún de lo que está pasando a su alrededor. Ni se enteran de lo que significa besar y coger por los aires a tus compañeras de trabajo, ni se enteran de que el mundo no gira en torno a ellos, a sus deseos y necesidades, ni entienden por qué las niñas de Almendralejo tienen ahora miedo de salir a la calle. Creo que muchos hombres no han entendido todavía que el mundo y las mujeres están cambiando y avanzando con el feminismo hacia una sociedad más igualitaria, y que esta lucha es imparable. Las grandes revoluciones de la Historia han necesitado de una base intelectual para fundamentarse, pero cuando las ideas y anhelos por fin han penetrado en la cabeza de la gente común… ahí ha llegado el momento del verdadero cambio. El feminismo está consiguiendo en las últimas décadas calar de manera irreversible en la forma de concebir el mundo de nuestras amigas, madres, hermanas y vecinas, y sigue inspirando sus luchas más que nunca. Este está siendo el paso definitivo. Atento todo el mundo a lo que está sucediendo, porque aunque la violencia contra nosotras se siga ejercitando, el camino del feminismo ya no tiene vuelta atrás.

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