Profesor e historiador
El pasado 15 de julio, en pleno verano y en la vorágine de la campaña electoral, falleció a los 87 años, Francisco Ibáñez, creador de Mortadelo y Filemón. A pesar de que en vida recibió algunos honores y distinciones importantes, tales como la Medalla de Oro en las Bellas Artes, la Cruz de Sant Jordi o el Gran Premio del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, no ha sido reconocido y valorado cómo lo que ha sido realmente: un grande de la Literatura Contemporánea. Los tebeos, tan denostados y menospreciados, son también, amigos lectores, un género literario ¡Cuántos niños nos aficionamos al apasionante mundo de la lectura devorando las páginas de los cómics! ¡Los que de pequeños leímos estas historietas, de adolescentes empezamos a devorar libros!
Ibáñez nunca recibió el Premio Princesa de Asturias, a pesar de que hubo campañas en favor de su candidatura, y la noticia de su muerte ha quedado un poco desdibujada. Sin embargo, sus personajes serán eternos, convirtiéndose en iconos de varias generaciones de españoles, europeos e hispanoamericanos. Sus historietas repletas del humor del absurdo y de situaciones surrealistas, escondían un trasfondo social de la España de la segunda mitad del siglo XX.
Los protagonistas de sus historietas no son superhéroes, sino personajes sencillos, torpes, malhumorados, con tendencia a la chapuza y la mayoría calvos ¡Toda una oda a la calvicie!
Mortadelo, el genio del disfraz, y su jefe, Filemón, agentes de la T.I.A. (Técnicos de Investigación Aeroterráquea), toda una parodia de la agencia norteamericana C.I.A. son sus personajes más famosos, junto a secundarios de lujo, como el Súper, la secretaria Ofelia o el profesor Bacterio. No obstante, también fue el creador de Rompetechos (señor bajito, calvo, miope y bastante despistado que provoca situaciones divertidas y absurdas a causa de sus problemas de visión), del botones Sacarino (muchacho inocente, torpe, distraído y que le gusta escaquearse del trabajo), de Pepe Gotera y Otilio (auténticos chapuzas que inspiraron a los personajes televisivos, Manolo y Benito, en la serie “Manos a la obra”) o de “13, Rue del Percebe”, inspiradora de exitosas series televisivas como “Aquí no hay quien viva” y “La que se avecina”.
Todo el monte no es orégano e Ibáñez tiene, cómo no podía ser de otra manera, sus luces y sus sombras. Sus detractores lo acusan de no reconocer a los miembros de su equipo (relegados a la categoría de “negros”), de plagiar personajes o situaciones de los cómics franco-belgas o de realizar historietas al más puro estilo industrial. Siempre hay un poso de verdad, aunque en su defensa puedo indicar que los grandes dibujantes (Herbé, por ejemplo) tenían un buen número de colaboradores, los tebeos españoles bebieron mucho de las fuentes franco-belgas (cómics mucho más avanzados por entonces) y que la presión de la editorial para producir sin parar era un reflejo de la sociedad de la época. Pese a todo, la muerte de Francisco Ibáñez nos ha dejado a todos los que disfrutamos de las aventuras de sus divertidos personajes, un poco vacíos ¡Vacío que sólo dejan los Grandes!