Cuenta la leyenda que…
Yacub y su familia vivían en al-Qalat, debido a la frágil salud de su madre. Su padre, el califa, ausente durante meses debido a las numerosas expediciones y batallas, trajo a sus hijos a su regreso algunos presentes. Yacub fue obsequiado con un huevo de dragón que le otorgaría fortaleza, agilidad y fiereza.
Siguiendo el consejo de una esclava normanda, Yacub llevó el huevo a las galerías de la mina a las que se accedía por el sótano del castillo. Lo cuidó y cobijó todas las noches hasta el amanecer de la luna nueva cuando descubrió que el huevo estaba roto y vacío.
Un dragoncito había nacido y Yacub lo fue alimentando en secreto hasta que se convirtió en una gigantesca criatura. Un día el niño le mostró un anillo de rojo rubí al dragón, éste quedó hipnotizado por la gema y súbitamente seis círculos de rojo brillante brotaron el su lomo. Al ver esto fue mostrándole cada día las piedras preciosas que iba encontrando en el joyero de su madre, la sultana, diseñando poco a poco el colorido y la luminosidad que iban a conformar la piel de su gigantesco protegido.
Una noche, Yacub se dio cuenta de que Al-Tinnim, como llamaba a su amigo, había escapado al exterior y salió a buscarlo. Este lo subió sobre su lomo, desplegó las alas y empezó a volar; fue un momento tan emocionante que decidieron repetirlo todas las noches.
Pasado unos meses la sultana se encontraba restablecida y debían regresar a la capital. Iniciaron el viaje de noche, pero un centenar de guerreros almorávides, que vivían en las sierras del pillaje y la revuelta, rodeó agresivamente la comitiva. De pronto, un chorro de llamas surgió desde el cielo para envolver las figuras de los guerreros en un manto de llamas. El puente había quedado inservible y Al-Tinnim desplegó sus alas, estiró sus patas y se ofreció como pasarela para cruzar al otro lado del rio.
Finalmente, la comitiva se marchó a la capital dejando a aquel dragón para defender al castillo y a las gentes de aquella ciudad. Después de aquel día nadie ha visto jamás al dragón, por eso la mayoría cree que se trata solo de una leyenda almohade. Pero también ha existido gente convencida de que en las profundidades de la mina habitaba un ser mitológico con la piel cubierta por gemas preciosas esperando fiel la vuelta de un niño mientras cuidaba, protegía y guardaba el gran castillo de al Qalat Wadi Xira.
Ocho siglos después…
Esta leyenda parece que le sirvió de inspiración a José Luis Manzanares Japón (Doctor Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y Presidente de Ayesa) para construir el Puente del Dragón de Alcalá de Guadaíra que, con más de diez años a sus espaldas, se ha convertido en un símbolo de la localidad sevillana.
Manzanares Japón narra un tierno epílogo junto a la historia de Yacub y Al-Tinnim en la página web Turismo en Alcalá de Guadaíra donde cuenta cómo un niño casualmente se encuentra con el dragón ocho siglos después de que Yacub partiera de allí y no volviera jamás. El niño le promete contar a todos que existe y que no parará hasta hacer una estatua de él a tamaño natural:
«Cuando sea mayor te moldearé cruzando sobre el río, así, tal como eres. Cuando la gente vea tu tamaño y tu belleza acabará por creer en ti- Lo decía con tal convicción que, emocionado, las palabras se fueron mezclando con el llanto-. Te prometo que removeré cielo y tierra para aprender cómo construirte una estatua a escala natural… Volverás a hacer de puente, para que todos los de Alcalá pasen sobre ti, un día tras otro, hasta quedar convencidos de que existes».
«Y dice la leyenda que el niño, que volvió a casa anegado en lágrimas, no cejó en su empeño hasta que consiguió cumplir su promesa».
«También cuenta que, cada noche, un dragón, vigilante eterno, sobrevuela el castillo para cuidar de sus pobladores, y de vez en cuando desciende hasta su réplica de cerámica sobre el río para contemplarse incrédulo y asombrado, mientras sueña con la vuelta imposible de Yacub…».
Inspiración Gaudí
El arquitecto Juan José Pérez Monzón ha escrito sobre ambos puentes y ha realizado una comparativa entre ambas estructuras. A la pregunta sobre cuál de ellos le impresiona más, Pérez Monzón explica: “El puente de Vietnam por su envergadura y por la posibilidad de lanzar llamas, hace de él un puente innovador y siempre he sentido debilidad por el espectáculo”.
Del Puente del Dragón Pérez Monzón señala: “Todos los arcos están revestidos con trencadis de cerámica con múltiples colores, simulando la piel del Dragón, como lo hubiera hecho el propio Gaudí, allá en Barcelona”.
En la página web Turismo en Alcalá de Guadaíra también se recoge esa relación del Guardián del Castillo con el estilo Gaudí:
«El puente se inspira de forma directa en la obra del arquitecto barcelonés Antonio Gaudí y en particular en el dragón que decora una de las fuentes del parque Güell en Barcelona. Comparte con él y con buena parte de la obra de Gaudí el uso de trozos de azulejos para decorar las superficies siguiendo la técnica del trencadís».
Delante de la entrada principal del Parque Güell se encuentra una gran escalinata que da a la sala Hipóstila y que está dividida por una serie de fuentes. En esta sala es donde se encuentra el famoso lagarto, aunque casi siempre se habla de un dragón.
Gaudí fue y seguirá siendo un artista cuestionado. Su arte se define como barroquismo histérico y para muchos es un poeta de la piedra con una estética contorsionada. Tras sus estudios de arquitectura, donde recibió numerosos suspensos, Gaudí visita las cuevas de Collbató. Es allí, al observar la belleza original de las formaciones rocosas, donde se inspira el estilo del futuro maestro.
El Vizconde Güell, mecenas de Gaudí, muere y pierde su apoyo económico. Solo e incomprendido se encierra en la Sagrada Familia y se dedica a ella en exclusiva. La construcción del Templo Expiatorio fue su obsesión y trabajó y vivió en ella hasta su muerte repentina cuando fue atropellado por un tranvía en 1926.
Gaudí no estilizaba la naturaleza, la reproducía tal cual la veía. Según el pensador Francesc Pujols, “Gaudí es el arquitecto del universo”.
El arquitecto Sergio Rivero también coincide en que este dragón de Alcalá de Guadaíra recuerda a la obra del artista catalán Antonio Gaudí. Para Rivero José Luis Manzanares Japón, autor del puente, “se inspiró en el dragón del parque Güell, pero lo llevo a lo grande”.
Es evidente que Gaudí y su obra son una fuente de inspiración para otros artistas. creó una escuela y este es un ejemplo de la influencia del artista catalán.
El proyecto
Nuestro protagonista, el Puente del Dragón, mide 123 metros de longitud, distribuidos en cuatro vanos. El cuerpo del dragón lo conforma una sección ovoidal, de 4 metros de altura y 2 metros de anchura realizados con hormigón autocompactante armado. Su figura está revestida de trencadís con 4.500 metros cuadrados de mosaico de azulejo.
Este puente une la localidad de Alcalá de Guadaíra con Dos Hermanas. Se encuentra apoyado sobre tres pilas y dos estribos. Cuenta con dos calzadas de unos siete metros, dos carriles de tres metros y medio por cada sentido, dos aceras de dos metros y medio y una mediana de tres metros de ancho.
El diseño del puente fue elegido por votación popular de los alcalareños y alcalareñas entre varios proyectos que se habían presentado para tal fin.
El Guardián del Castillo y su entorno
Es extraño pensar que el único puente figurativo que encontramos en Europa esté en una pequeña ciudad y no sea símbolo de alguna de las grandes capitales.
Pérez Monzón opina que existen algunos factores para que este tipo de obras no proliferen más: “A la hora de diseñar un puente figurativo nos encontramos con muchos más obstáculos administrativos, económicos y estéticos, hay que pasar por más filtros”. “Desde el principio hay que pensar en fusionar esos ámbitos y eso es lo que le da un punto a favor, más estético y bonito al de Alcalá de Guadaíra. Por eso se ha convertido en un hito de la ciudad”.
Sergio Rivero afirma: “El famoso Puente del Dragón difiere mucho del resto de puentes porque no solo se construye por la necesidad de ir de un punto A al punto B saltando el obstáculo C, se integra lo estructural con la ingeniería y con la arquitectura”. “La obra de arte y la escultura”. “El lugar en el que está situado el puente, convierte al dragón en el guardián del castillo, del río, de todo el cerro de Alcalá, además de facilitar el acceso a la ciudad. Pero a la vez se convierte en el que recibe a los visitantes”. “El puente se ha integrado totalmente al entorno, al castillo y a la ciudad”.
El Puente del Dragón recibió la Mención de Honor del Premio “Acueducto de Segovia” en su 4ª edición, que otorga el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos.
La web de la Agencia de Obra Pública de la Junta de Andalucía recoge la importancia de este premio:
«El objeto fundamental de este Premio es destacar públicamente la importancia que tienen las consideraciones medioambientales sobre el proyecto, la ejecución y la explotación de las obras de ingeniería civil. Estas infraestructuras se valoran como un elemento fundamental para acercar la sociedad al deseable modelo de desarrollo sostenible».
«El Premio “Acueducto de Segovia” reconoce el encaje del proyecto con su entorno mediante la valoración de la importancia tecnológica y funcional de las obras, su carácter social y cultural, la calidad ambiental y científica de las medidas correctoras y sus valores estético y paisajístico, así como la perfección alcanzada en su ejecución y acabado».